UNIVERSIDAD DE GUAYAQUIL
FACULTAD DE JURISPRUDENCIA Y CIENCIAS SOCIALES Y POLÍTICAS.
LA CAÍDA DEL MURO DE BERLIN Y EL FIN DEL MUNDO BIPOLAR.
LA CAÍDA DEL MURO DE BERLIN Y EL FIN DEL MUNDO BIPOLAR.
Hace veinticinco años, durante la noche del 9 al 10 de
noviembre de 1989, fue derribado el Muro de Berlín, aquella frontera material
que marcó la separación radical entre el Estado alemán bajo el control
soviético, llamado República Democrática Alemana (RDA), y el Estado alemán bajo
control de la OTAN y dentro de la esfera de influencia directa de los Estados
Unidos, conocido como la República Federal Alemana (RFA).
El relato más popular sobre cómo cayó el Muro es el que
subraya la reacción popular espontánea que siguió al anuncio del portavoz de la
Cancillería de la RDA el 9 de noviembre sobre la eliminación de los visados
para pasar al lado occidental.
Según este relato, miles de ciudadanos se fueron sumando
espontáneamente a las manifestaciones, lo cual dio pie a uno de los momentos
más paradójicos de la historia: los guardias de fronteras de la RDA, al verse
superados por el número de manifestantes y teniendo claro que al lado
occidental las tropas alemanas y norteamericanas esperaban expectantes
cualquier acción armada para reaccionar de forma contundente, no encontraron un
mando superior que diera una orden y se limitaron a permitir que los hechos
protagonizados por civiles se dieran por su propia cuenta.
Sin intervención militar, se dio paso a una euforia
colectiva que destruyó el Muro y que fue transmitida en directo por televisión,
con relatos e imágenes que aún se mantienen en la mente de millones de personas
en todo el mundo, especialmente en Europa.
Razones detrás de la caída
Sin embargo, la caída del muro no fue tan espontánea como
se ha dicho, pues estuvo rodeada de una serie de acontecimientos que solo en
los últimos años se han vuelto a traer a primer plano. Entre estos
coadyuvantes, se pueden mencionar al menos tres acontecimientos claves:
1. El acceso del joven político Mijaíl Gorbachov a la
Secretaría General del Comité Central del Partido Comunista de la Unión
Soviética, quien llegó con un programa reformista que secretamente pretendía
una actualización de su país no solo con respecto a Occidente, sino a las
reformas exitosas que Deng Xiaoping venía impulsando en China desde 1978.
2. La desastrosa campaña soviética en Afganistán, país
invadido por la URSS a finales de 1979 en respuesta al triunfo de la Revolución
islamista encabezada por el ayatollah Khomeini.
3. La consolidación durante de la década de 1980, en
Hungría y en Checoslovaquia, de los movimientos democráticos aperturistas que
desafiaban el régimen de partido único y el control soviético.
La llegada de Gorbachov al poder permitió que la URSS
llevara a cabo un proceso de descongelamiento de la política internacional, aún
bajo el modelo del poder bipolar de la Guerra Fría, con acercamientos entre
Washington y Moscú, donde de los temas claves era el futuro de los dos Estados
alemanes.
En 1988, a veinte años de la llamada Primavera de Praga,
en esta ciudad volvió a ser desafiado el poder soviético, pero esta vez
Gorbachov optó por no intervenir. Ello permitió que políticos húngaros, como
Imre Pozsgay, allegado al grupo que para 1988 ejercía el poder en Budapest
encabezado por el primer ministro Gyula Horn, crearan un programa para
estimular la migración ilegal hacia Alemania Occidental, bajo la celebración de
los llamados “picnics paneuropeos”
En este contexto, el canciller germano occidental Helmut
Khol asumió una posición activa a favor de la reunificación. Sin embargo, esto
fue criticado severamente tanto por el presidente socialista francés, Francois
Miterrand, como por la primer ministra conservadora británica, Margaret
Thatcher, quienes se oponían la idea de una Alemania unida, que podría
propiciar los viejos problemas y poderes de la Alemania de 1871, 1914, y 1939.
Las consecuencias
Una vez caído el Muro de Berlín, y ante la quietud militar
de la Unión Soviética (que al perder a la RDA perdía a su socio clave en el
Pacto de Varsovia) se produjo la reunificación inmediata y la reaparición de la
antigua Alemania en el centro de Europa.
Esto, unido a la transición postcomunista en Polonia, consolidó
de nuevo el concepto geopolítico de Europa Central y creó una frontera compleja
contra la URSS.
El gigante soviético vivió entonces el surgimiento de
movimientos nacionalistas y religiosos, más que de partidos políticos de
orientación capitalista, como principales opositores al monopolio político
comunista.
Las consecuencias para América Latina, y para Colombia en
especial, fueron complejas: por una parte, Cuba, el gran aliado soviético y
promotor de revoluciones y guerras interestatales tanto en África como en
América Latina, se quedó sin respaldo y viviendo las consecuencias de un
‘período especial’ para el que no estaba preparado.
Esta situación desembocó en el distanciamiento entre La
Habana y Moscú que solo empezó a cerrarse con la llegada al poder de Vladimir
Putin en 1999.
En Colombia el impacto fue intenso en diversos grupos
intelectuales, para quienes estos hechos representaban el síntoma de una crisis
cultural de fondo que englobaba lo político, lo económico y lo social, y que
poco después sería ratificada por la implosión soviética.
La crisis hizo que una parte importante de las
referencias de las ciencias sociales tuvieran que “redescubrir” discursividades
y prácticas no marxistas para explicar el “nuevo escenario mundial” que
deshacía el modelo bipolar la Guerra Fría.
En ese contexto aún no era ni comprensible ni factible
explicar asuntos como la Tercerea Revolución Industrial, el papel de la
religión en la política contemporánea o los problemas sociales y políticos que
se multiplicarían a partir de 1991.
La nueva situación creada por los acontecimientos de 1989
permitió que diversos movimientos ciudadanos encontraran expresión y asumieran
que el espectro político en las sociedades contemporáneos se mueve más allá de
la izquierda y la derecha tradicionales, y que incluso esas denominaciones eran
bastante anticuadas para describir el mundo que se reconformaba a finales de
siglo.
En la discusión de la filosofía política en Colombia esta
crisis también fue muy importante, pues permitió que intelectuales y
universidades asumieran las discusiones contemporáneas bajo el paradigma de
John Rawls de la teoría de la justicia como referencia de ordenamiento político
y social.
A pesar de todo lo anterior, la caída del Muro de Berlín
no pareció influir mucho sobre el conflicto armado colombiano que siguió su
curso, y hasta podría decirse que produjo su radicalización, especialmente en
el grupo con mayor vinculación soviética y uno de los más cercanos al régimen
cubano, las FARC.
Como este grupo nunca había dependido económicamente de
Moscú, y había encontrado fuentes de financiación alternativas desde la década
de 1980, pudo seguir sosteniendo la guerra para tomarse el poder.
Para terminar, hay que mencionar una de las consecuencias
menos publicitadas pero más importantes de la reunificación alemana tanto para
América Latina como para África y el sudeste asiático: el aumento del tráfico
ilegal de armas provenientes de los arsenales del desmovilizado Ejército de la
RDA, que fueron usadas en diversos conflictos de América Latina, incluido el
colombiano.
De esta manera también entraron al mercado
latinoamericano tecnologías, equipos y materiales marítimos que fueron
rápidamente aprovechados por grupos de narcotraficantes.
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